domingo, 3 de agosto de 2014

Amor multidimensional

ENTREVISTA a Sophie Marceau, actriz
Magazine de La Vanguardia (03/08/2014)


Sophie Marceau recibe al Magazine en el Café de l’Alma, no lejos de la torre Eiffel. Es un establecimiento típicamente parisino, elegante y discreto. Como ella. Se nota que la actriz es una cliente habitual. Su presencia no despierta ninguna atención particular ni altera el ritmo del local, cuya tranquilidad se ve no obstante seriamente perturbada por las cercanas obras de la futura iglesia ortodoxa rusa de París, cara a Vladimir Putin. La actriz más popular de Francia, elegida “Parisina del año 2014” por los lectores de ‘Le Figaro’, acaba de estrenar en España “Reencontrar el amor”. Realizada por Lisa Azuelos, que ya la dirigió en “LOL”, y coprotagonizada por François Cluzet –el inolvidable tetrapléjico de “Intocable”-, el filme aborda el inesperado encuentro y fulgurante enamoramiento de un hombre y una mujer en la cuarentena –casado, él, recién divorciada, ella-, enfrentados al desafío de la infidelidad.

Una historia mil veces contada en la literatura y en el cine. Y que seguirá siendo contada, incansablemente, obstinadamente, mientras la vida de hombres y mujeres siga bailando al son de los caprichos del corazón. Todo el interés reside, pues, en cómo se escribe, en cómo se explica. “Cuando leí el guión, me pareció que trataba el tema de un modo diferente, eficaz y justo –argumenta la actriz-, la historia se mantiene siempre en el filo entre la fantasía y la realidad. Encontré que era una bella alegoría del amor”.

Mientras habla, Sophie Marceau mueve expresivamente las manos, unas manos largas y delgadas, que tiende con firmeza en el momento de saludar. De cerca, es como en la pantalla. No hay engaño ni artificio en esta espléndida mujer de 47 años cuya mirada. intensa e inteligente, parece escudriñar en el interior de su interlocutor y cuya voz , ligeramente ronca, envuelve como una tela de araña.

La película de Lisa Azuelos, que escribió el guión pensando en Sophie Marceau –su actriz “fetiche”, según propia confesión- y que se reservó el papel de esposa de François Cluzet, juega constantemente con la realidad y la fantasía, mezclando lo que los personajes realmente hacen con lo que imaginan, sueñan o temen, a medida que la tela del amor se va tejiendo a su alrededor. La realizadora ha querido superponer en su relato diferentes dimensiones, partiendo de la convicción de que –como explica la física cuántica- la realidad es multidimensional y está compuesta de universos paralelos. No porque sí la versión inglesa de la película se titula “Quantum of love”… “En el amor estamos también ante una dimensión cuántica. El amor no es tangible, pero nos atraviesa. Yo creo en la dimensión cuántica de todo. Un día podremos estar aquí y en otro lado en el mismo instante”, se adhiere Marceau.

-¿Quiere decir que algún día se podrá amar a dos mujeres (o a dos hombres) a la vez sin estar loco, como dice el bolero?

-Eso será posible cuando podamos estar aquí y en otro lado al mismo tiempo… ¡Jajaja!

-Mientras tanto, es una ecuación irresoluble…

-Lo es porque nos movemos en el mundo físico. Y cuando las cosas devienen físicas, devienen también morales, estructurales, societales, graves… El mundo físico en el que todavía estamos hoy es un mundo cojo, incompleto. Estamos entre dos mundos.

Entre dos mundos se encuentra, en efecto, el protagonista masculino de la película interpretado por François Cluzet. Abogado penalista de éxito, Pierre es un hombre felizmente casado desde hace quince años con una anticuaria, con la que tiene dos hijos. Es un profesional reconocido, un marido satisfecho, un padre realizado. Todo le sonríe, nada le falta. O eso cree. Porque toda su seguridad se derrumba el día en que por azar –o por el destino- conoce a Elsa, una escritora recién divorciada con tres hijos adolescentes… Reacia a liarse con un hombre casado, el personaje encarnado por Sophie Marceau tiene al principio tantas reticencias como su ‘partenaire’, determinado a no desviarse del camino correcto. “Yo amo a mi mujer y soy fiel”, espeta a las primeras de cambio a modo de solemne declaración. A modo de escudo protector, también.

Porque en el instante mismo en que pronuncia estas palabras sabe que la atracción que siente por Elsa le arrastra irresistiblemente en sentido contrario. Como a un adolescente. Lisa Azuelos explicaba que para filmar una escena de la película pidió a los dos actores que se comportaran como si tuvieran 15 años… ¿No es siempre así en el amor, se tenga la edad que se tenga? “Sí, así es, porque es en la primera vez en la que es más fuerte el momento amoroso –comenta la actriz-. Es como todas las primeras veces, es particular. También en el dolor, ¿eh?, en toda la complejidad del sentimiento amoroso”.

-El amor siempre va acompañado de dolor de alguna forma…

-Hay siempre dolor en el amor. En el amor hay mucho de todo. Mucho deseo, mucho placer… y mucho dolor también.

-¿Y miedo?

-El miedo es el sentimiento más primitivo de todos, es muy animal, es muy difícil tomar conciencia de él y controlarlo. No es un buen sentimiento. El miedo puede inmovilizar.

No parece ser el miedo, sin embargo, el que frena a Pierre en la película, sino más bien sus convicciones morales.  “Hay mucha moral, mucha cultura, en todo esto –prosigue Marceau-. En nuestro comportamiento influye dónde hemos nacido, la educación que hemos recibido, cómo nos hemos construido a nosotros mismos. Las sociedades han sido más severas y restrictivas en el pasado, hoy las cosas han evolucionado.”

-Restrictivas y severas han sido y son sobre todo con las mujeres… 

-¡Desde siempre! El pueblo que ha sido más martirizado en la historia de todos los tiempos son las mujeres. Y todavía lo son. Las cosas, como en todo, han evolucionado también en este caso. Hoy las mujeres votan, trabajan, ganan dinero, además de todo el resto (ser madres y ocuparse del hogar). Pero más nuestras sociedades serán tolerantes, más se van a endurecer las cosas en otros lados en nombre de los valores de antes.

¿Dónde empieza realmente la infidelidad? ¿En qué momento se traspasa la línea que no debe ser traspasada? “La infidelidad es tanto física como mental, estamos hechos de las dos cosas -subraya Marceau-. Cuando uno se enamora, cuando uno no sólo siente deseo de hacer el amor con la otra persona, que también, sino de estar en su compañía, de hablar con ella, a partir del momento en que se convierte en una obsesión, ya hay infidelidad”. “Después –prosigue- está la etapa física, que los dos personajes de la película no quieren traspasar pensando que de este modo sólo habrán sido medianamente infieles. Medianamente es menos que enteramente, es un término medio…”.

Sophie Marceau no parece una mujer de compromisos ni de medias tintas. En su vida personal no ha dudado –o no ha dudado más que cualquier otro- a la hora de poner fin a una relación sentimental y empezar una nueva historia. “Si alguien deja a su mujer es porque no es feliz con ella, si alguien deja a su marido es porque no es feliz con él”, reflexiona en voz alta. ¿No es posible ser feliz en su pareja y sin embargo enamorarse de otra persona, como Pierre? “Todo puede pasar. En amor todo puede pasar…”.

La actriz ha tenido, que se sepa, tres hombres importantes en su vida: el realizador polaco Andrzej Zulawski, con quien estuvo casada entre 1984 y el 2001, y con el que tuvo un hijo, Vincent, que hoy tiene 19 años; el productor norteamericano Jim Lemley, a quien conoció en 1999 en el rodaje de la película de la serie de James Bond “El mundo nunca es suficiente”, con quien estuvo unida entre el 2000 y el 2007, y del que tuvo otra hija, Juliette, hoy de 12 años, y el actor francés Christophe Lambert, a quien conoció en el 2007 durante el rodaje de su segundo largometraje como directora, “La desaparecida de Deauville”, y con quien acaba de romper. Cuatro días después del encuentro en el Café de l’Alma, la secretaria de Sophie Marceau comunicó oficialmente a la agencia France Presse la “separación amistosa” de la pareja.

“Existe una moralidad social, de grupo. Pero creo que individualmente tenemos derecho a nuestra propia moralidad personal. Y el sentimiento del amor puede empujarte a hacer cosas que van en contra de tu cultura y de tu educación”, reflexionaba en aquel momento. “Hay que buscar la armonía, tratar de encontrar lo justo –decía-. Hay que dar una oportunidad a las cosas, hay que pensar en los demás, pero también confiar en nosotros mismos. Sin modelos, nos da miedo quedarnos solos con nosotros mismos,  tememos decirnos que en el fondo somos un personaje horrible que va a hacer lo peor… Pienso que si nos dejamos siempre un espacio de libertad de pensamiento, evitaremos la frustración. Tenemos que confiar en nosotros mismos, en nuestro juicio”.

La película de Lisa Azuelos, cuyo título original en francés es “Une rencontre” (Un encuentro), aborda la cuestión del azar, en el que la realizadora a todas luces no cree. O quiere no creer. “El azar es cuando Dios quiere mantener el anonimato”, dijo una vez Albert Einstein, una cita que es reproducida en el filme. “Yo tampoco creo en el azar”, declara Marceau: “Creo que el amor, el encuentro con una persona, viene de la necesidad. Creo que hay una predisposición, una orientación, una disponibilidad… que inconscientemente ponemos en evidencia y que nos convierte en receptivos hacia lo que estamos buscando. Pero es muy inconsciente. Cuando nuestra sed de amor necesita expresarse, nosotros mismos vamos a desencadenar el azar, el encuentro…”.

Para no creer en el azar, la entrada de Sophie Marceau en el cine no pudo ser más azarosa. Nacida en una familia modesta de Gentilly, en la “banlieue comunista” de París –como a ella misma le gusta subrayar-, hija de un camionero y una dependienta que se divorciaron cuado ella tenia nueve años, la futura actriz pronto quiso ser independiente y ganarse la vida por sí misma. No soñaba con el cine, ni siquiera se le había pasado por la cabeza, cuando, con 12 años, se inscribió en una agencia de modelos infantiles. “Trabajaban sobre todo con bebés, yo ya era demasiado vieja”, se sonríe… Cinco meses después la llamaron por primera vez para pasar un casting –“Nunca había oído semejante palabra, no sabía ni lo que quería decir”, admite-, al que se presentó y del salió con el papel protagonista de la película “La Boum” (1980), la historia de los amoríos de una adolescente que la lanzó definitivamente a la fama.

Tras ese primer y precoz éxito, cuya secuela – “La Boum 2”- le valió en 1983 el César a la mejor esperanza femenina, Sophie Marceau empezó a encadenar trabajos y se acabó convirtiendo en una estrella. No sólo en Francia, sino también en el resto del mundo, en China particularmente. Su fama internacional la debe a sus esporádicas incursiones en el cine de Hollywood, que empezó en 1995 con su participación en “Braveheart”, junto a Mel Gibson. En estos treinta y cuatro años de carrera Marceau ha rodado más de cuarenta filmes y ha realizado dos largometrajes –“El alba al revés” y “La desaparecida de Deauville”-, además de intervenir en algunas obras de teatro. Pero lo de ser actriz, nunca ha llegado a sentirlo como una vocación. “Nunca verdaderamente –confiesa-. Me gusta actuar, me gusta este trabajo, me ha permitido desarrollarme. Pero después de tanto tiempo, no sé, es un oficio complicado… Lo cierto es que yo me cuestiono constantemente”.

Sophie Marceau, como los dos protagonistas de la película, está en esa edad en la que a veces hombres y mujeres se interrogan sobre su vida y se plantean acaso un nuevo comienzo. Esa necesidad de cambiar también la siente la actriz francesa. “Sí, totalmente. Yo me mudo constantemente, me he mudado dos veces en dos años… Siento necesidad de aligerarme, de no vivir en el pasado. Es algo que no he hecho nunca. Y así sigo. Debemos vivir el momento presente”. Su mirada se detiene por unos instantes en un lugar impreciso y calla. “Ha pasado una buena parte de la vida, ¿eh? –añade-. Pero en realidad sólo estamos en la mitad. Tenemos el máximo de energía y de conocimiento, tenemos las cosas un poco arregladas, para empezar la segunda parte”.







domingo, 27 de julio de 2014

Coches con piloto automático

Un día no muy lejano, los coches buscarán una plaza de aparcamiento solos, estacionarán solos y luego vendrán a buscarnos a casa o a la oficina solos… Parece todavía ciencia ficción, pero ya hay quien piensa –y trabaja- en ello. Si en algo está todo el mundo de acuerdo, es en que el futuro del automóvil pasa por dos vectores: la reducción y eliminación total de la emisión de gases contaminantes, por un lado, y la automatización de la conducción, por otro.

“La gente pasa una media de dos horas al día en el coche, sin poder hacer nada más, lo que teniendo en cuenta que el día dispone de 17 horas útiles es enorme. La gente quiere más tiempo disponible y más agradable, y el coche autónomo –y conectado- podrá proporcionárselo, además de evitar el riesgo de accidentes”, explicaba recientemente, durante un almuerzo con corresponsales europeos en París, el presidente de Renault y Nissan, Carlos Ghosn. “Un coche autónomo no vulnera el código de circulación, no ingiere alcohol, no se duerme al volante…”, añadía.

En la preparación de este futuro, los grandes grupos automovilísticos mundiales se apoyan fundamentalmente en los fabricantes de equipos especializados. Y entre ellos destaca el grupos francés Valeo. Poco conocido del gran público, es sin embargo uno de los principales actores de la industria del automóvil. Recientemente reincorporado al club CAC-40, que agrupa a los cuarenta principales valores bursátiles en la Bolsa de París-Euronext, gracias a una valorización de 8.200 millones de euros, Valeo es un gigante que emplea a 74.800 personas en 187 centros de producción, investigación, desarrollo y distribución repartidos por 29 países, entre ellos España. Sus principales clientes están en Alemania (30%), Japón (27%) y Francia (16%)

“En Valeo tenemos trabajando a 10.000 ingenieros y cada año reclutamos a un millar”, se enorgullece Guillaume Devauchelle, director de Innovación del grupo, que destina a investigación y desarrollo algo más del 5% de su cifra de negocios, que el año pasado alcanzó los 12.110 millones de euros. Desde el 2013 convoca un concurso internacional anual (ver información adjunta) para captar las ideas y equipos más innovadores.

El advenimiento del coche autónomo no se producirá en un día, subraya Devauchelle, sino poco a poco, a medida que las diferentes innovaciones sean asumidas y digeridas por la industria, las autoridades y los conductores. El aparcamiento semiautomático, la adaptación automática de la velocidad a la del vehículo que circula por delante, el sistema de alerta en caso de cambio de carril imprevisto –no señalizado por el intermitente o porque el conductor se ha dormido-, la automatización del encendido y profundidad de los faros… son novedades que preparan el camino. “El proceso se hará por etapas, pero en diez años tendremos el coche autónomo”, vaticina.

Cuando llegue, el coche autónomo permitirá avanzar de forma segura en medio de un embotellamiento sin tocar el volante ni los pedales, olvidándose del tráfico, mientras uno navega por Internet, consulta los mails o lee -¿por qué no?- un libro. El automóvil seguirá la corriente como si tuviera un piloto automático. “En un atasco, o cuando la conducción carece de interés, la gente quiere hacer otras cosas”, constata Devauchelle.

Eso no será posible, naturalmente, en todo lugar y circunstancia. “La automatización total de un itinerario es complicada”, admite el director de Innovación de Valeo. Eso será posible en la ciudad, a baja velocidad y en vías segregadas, sin cruces, ni semáforos, ni peatones, ni vehículos que circulen en sentido contrario…

En este camino, una de las primeras etapas fue franqueada por Valeo en el 2011, cuando desarrolló el aparcamiento automático, de forma que el coche realiza la maniobra de estacionamiento completamente solo, sin necesidad de que el conductor se encuentre en el interior. A finales del 2013 dieron otro salto, al presentar un sistema que permite al automóvil, situado a la entrada de un parking cerrado, buscar solo una plaza libre y aparcar en ella.

“Dentro de unos años, el coche podrá venir a buscarnos al despacho, no hará falta tenerlo aparcado abajo, -¡eso cambiará el urbanismo!- y todos los coches podrán arrancar a la vez en un semáforo, evitando los atascos en acordeón…”, se entusiasma Devauchelle, quien subraya que lo importante para avanzar en este proceso es la “fusión de los datos” proporcionados por las cámaras, captores de ultrasonidos y escáneres colocados a bordo. “A la larga –añade-, el coche aprenderá a medida que circule los hábitos y los trayectos del conductor”. Mientras le deje la capacidad de decisión…


El Valeo Innovation Challenge 

Valeo ha lanzado este año un concurso inédito, bautizado con el nombre de Valeo Innovation Challenge y con vocación anual, para captar nuevos valores y nuevas ideas para el automóvil del futuro entre los estudiantes de ingeniería –a partir de 17 o 18 años de edad- del todo el mundo. Un total de 1.412 estudiantes de 455 universidades de 55 países, encuadrados en 969 equipos presentaron sus proyectos, de los que el pasado mes de abril fueron seleccionados veinte finalistas. Los proyectos presentados son muy variados, pero marcan las diferentes preocupaciones que existen en cada continente. Así, en los países emergentes prima la seguridad, mientras que en Europa son temas como la conducción intuitiva y nuevas funcionalidades. Entre los seleccionados hay un equipo de la Escuela de Ingeniería de Zaragoza. Los finalistas han recibido 5.000 euros cada uno para que transformen su proyecto en un prototipo funcional. A mediados de septiembre, los seis mejoras tendrán la oportunidad de presentar sus proyectos ante un jurado internacional en el marco del Salón del Automóvil de París, en octubre. El 17 de ese mes se dará a conocer el ganador, que se llevará 100.000 euros. Los que queden en segundo y tercer lugar, recibirán a su vez 10.000 euros cada uno. Y, quién sabe, quizá alguno acabe con un contrato en el bolsillo.




sábado, 26 de julio de 2014

Tormenta aérea sobre Mali

Apenas cae una gota agua sobre el centro semidesértico de Mali, pero en las alturas se registran tormentas portentosas. Fueron probablemente las fuertes turbulencias causadas por unas condiciones meteorológicas particularmente adversas las que desencadenaron el accidente del vuelo AH 5017 de la compañía española Swift Air, fletado por Air Algérie para cubrir la ruta entre Uagadugú (Burkina Faso) y Argel (Argelia), que se estrelló la noche del jueves con 118 personas a bordo, entre las que no hay ningún superviviente. A falta de lo que revele la investigación –una de las dos 'cajas negras' ha sido ya recuperada–, esta es la hipótesis que gana terreno en estos momentos, mientras que la de un atentado terrorista ha quedado prácticamente descartada.

Los restos del avión, que quedó casi desintegrado por el impacto, fueron localizados en la madrugada de ayer por un drone del ejército francés –que envió enseguida un par de helicópteros a la zona para confirmarlo– entre las ciudades de Gossi y Gao, una región semidesértica y arenosa donde viven algunas comunidades nómadas. La concentración de los restos en un área relativamente pequeña –nueve hectáreas (300 por 300 metros)– sugiere que el avión se estrelló contra el suelo y no explotó en el aire, a diferencia del aparato de Malaysia Airlines derribado en Ucrania por un misil, cuyos restos quedaron esparcidos en un área de varias decenas de kilómetros.

La hipótesis de que el avión de Swift Air hubiera sido también interceptado por un misil fue rápidamente descartada, pues los grupos militares que operan en Mali no disponen –que se sepa– de tal armamento y además los yihadistas están concentrados más al norte, junto a la frontera de Argelia. La posibilidad de que alguien hubiera hecho explotar una bomba dentro del avión parece asimismo alejarse. Las autoridades no han encontrado a ningún sospechoso en la lista de pasajeros.

Sí se sabe, en cambio, que la noche del accidente las condiciones meteorológicas eran muy malas y que el piloto de Swift Air anunció –poco antes de perderse el contacto radiofónico– que iba a desviarse de su ruta para evitar el centro de la tormenta.Algunos expertos apuntaban ayer que probablemente el avión –un McDonnell Douglas 83, de 18 años de antigüedad– no disponía de un radar lo bastante avanzado como para afinar suficientemente.

Las víctimas eran de 16 nacionalidades distintas –los seis miembros de la tripulación eran españoles–, pero la mayoría, un total de 54, eran franceses. Debido a esta circunstancia y al hecho de que el accidente se produjera en Mali, un país donde hay estacionados 1.600 soldados franceses movilizados en la lucha antiterrorista, Francia ha estado desde el primer momento en primera línea. El presidente francés, François Hollande, decidió aplazar un viaje oficial a las islas de La Réunion y Mayotte, en el Índico, y se mantiene al frente de la respuesta gubernamental a la crisis.

Legalmente, Mali es el país responsable de la investigación, pero las autoridades de Bamako ya han solicitado la asistencia técnica de Francia, que ha enviado un equipo del Bureau d’Enquêtes et d’Analyses (BEA). El lugar del accidente está vigilado por unos 200 militares: 120 soldados franceses enviados desde Gao, 60 malienses y 40 holandeses de la fuerza internacional Minusma. 


El fin de la familia Reynaud 

"Oh, Señor, ayúdanos!”. Los comentarios, doloridos, desgarrados, afluyen en busca de un imposible consuelo a la página de homenaje creada por unos amigos en homenaje a la familia Reynaud, residente en Chambery, desaparecida en el accidente del avión de Swift Air estrellado el jueves en suelo maliense. Las sonrisas de Franck, Laure y sus dos hijos, Nathan y Julia –junto a otros dos familiares–, hablan de un tiempo feliz que se ha ido para siempre. Pero la tragedia, si se ha de medir en número, es aún mayor, más honda. Porque no son cuatro, sino diez, los miembros de la familia Reynaud que viajaban a bordo del MD83 entre Uagadugú y Argel. Regresaban a Francia, tras acudir a una boda.

Franck, Laure, Nathan y Julia bno debían haber ido. De hecho, estuvieron a punto de no hacerlo, pues Nathan, de 16 años, se había roto una pierna y acababan de retirarle el yeso. ¿Pero cómo renunciar a semejante viaje? Allí estaban también sus abuelos, Michel y Michèle, sus tios, Eric y Estelle, y sus primos, Alexi y Zoé...

“Estoy totalmente abatido, es monstruoso, ¡toda una familia borrada del mapa!, uno no se imagina que algo así pueda llegar a pasar”, se exclamaba el alcalde de Gex (Ródano-Alpes), Patrice Dunand, donde vivían Eric y Estelle Reynaud y sus dos hijos, a la edición digital del diario 'Le Dauphiné Liberé'. Todos ellos eran muy deportistas y estaban muy implicados en la vida asociativa local.

Los Reynaud no son los únicos que han sufrido una pérdida de magnitud. En la región de Nantes (Loira), los Ouedraogo han tenido un destino parecido. Siete miembros de esta familia franco-burkinesa han perdido asimismo la vida en el accidente de Mali: un matrimonio con sus cuatro hijos y un sobrino, que viajaban por segunda vez desde el año 2005 a su país de origen. “Querían enseñar a sus hijos sus raíces”, contaba con los ojos enrojecidos el hermano del padre de familia, Amadou Ouedraogo, quien se quejaba de la falta de información. “Nuestra familia ha sido diezmada, es muy duro”, decía en sollozos.

Francia ha enviado un equipo de la Gendarmería a Mali para trabajar en la identificación de los cadáveres de las víctimas, lo que será largo y difícil.



Eternamente modelo

“¡Para mantenerse joven, hay que mantenerse frívolo!”. Consejo y declaración de principios a la vez, esta frase de Inès de la Fressange está contenida en su libro “La Parisienne”, una exitosa guía de moda, belleza y 'art de vivre' escrito en el 2010 en la que la otrora modelo y hoy empresaria revelaba las claves para adoptar el estilo típicamente parisiense. Mantenerse joven es algo que la antigua musa de Karl Lagerfeld, devenida en la madurez icono de la elegancia a la francesa, ha conseguido de forma impresionante. A sus cerca de 57 años, que cumplirá el próximo 11 de agosto, Inès de la Fressange ocupa hoy las portadas de las revistas como en sus mejores tiempos de 'top model'.

Siempre sonriente –fue la primera maniquí en romper el tabú de la seriedad desplegando una amplia sonrisa en las pasarelas–, fresca, atractiva, 'chic', extremadamente delgada, parece tener diez años menos. Y eso sin haberse sometido aparentemente a ninguna intervención quirúrgica. Ni pretender ser más joven de lo que realmente es. “Por lo general, esconder demasiado la edad, envejece”, declaró tiempo atrás al Magazine de La Vanguardia.

Quizá sea esta mezcla de despreocupación y alegría de vivir el secreto de Inès de la Fressange. De casta le viene, en cualquier caso. Cuando uno tiene unos padres que prefieren dejar a sus hijos en un piso aparte –al cuidado de una niñera– para poder gozar plenamente de su libertad, a quienes les gusta más pasearse arriba y abajo a bordo de un Triumph descapotable de color rosa que llevar a sus vástagos a los columpios, eso forzosamente imprime carácter. “Mis padres me transmitieron su gusto por la extravagancia, la originalidad, la creatividad”, explicaba Inès de la Fressange hace dos semanas en Paris Match, ¡una nueva portada! Sus progenitores, André y Cecilia, siguen viviendo a su aire en Argentina –tierra natal de la madre– y cuando vienen de visita a Francia, se alojan en un barco en la bahía de Saint-Tropez...

La pequeña Inès, una niña tímida y reservada, y sus dos hermanos –Emmanuel e Iván–, se criaron pues junto a su niñera polaca, Victoria ('Toya'), y bajo la tutela efectiva y directa de su abuela paterna, Simone de la Fressange, hija y heredera del banquero André Lazard, una dama de alta alcurnia y modos propios del siglo XIX cuyo segundo marido –de los tres que tuvo–. Louis Jacquinot, fue ministro de De Gaulle.

Que a Inès nunca le faltó de nada es poco decir. Nacida cerca de Saint-Tropez en el seno de una familia de la alta burguesía, con el aristocrático nombre de Inès Marie Laetitia Églantine de Seignard de la Fressange, la futura modelo pasó su infancia a caballo de Septeuil (Yvelines) –unos cuarenta kilómetros al oeste de Versalles– y un internado de muchachos en Château-d’Oex (Suiza), con regulares estancias vacacionales en Biarritz (País vasco francés), Verbier (Alpes suizos) y el balneario de La Roche-Posay.

Descubierta por el fotógrafo Jean-Jacques Picart, tenía 18 años cuando una sesión de fotos con el reputado Oliviero Toscani para la revista Elle lanzó su carrera como modelo, un trabajo que ella –que había soñado con ser psiquiatra y pintora– siempre consideró frívolo y anodino, y por tanto provisional. Para ganar dinero. Algo que también había hecho ocasionalmente su madre, maniquí para Guy Laroche. Y que ha seguido su hija mayor, Nine, de 20 años, quien también ha hecho sus pinitos como modelo publicitaria, aunque sin por ello abandonar sus estudios preparatorios para ingresar en la Escuela Normal Superior de Letras (no así la pequeña, Violette, de 15 años, quien de todos modos parece igualmente atraída por el mundo de la moda y realiza un 'stage' con el modisto Karl Lagerfeld para ser estilista)

La de Inès de la Fressange no ha sido la única carrera exitosa falsamente provisional... En 1975 consiguió su primer contrato para Thierry Mugler y en 1983 recibió la consagración con un contrato en exclusiva con Chanel, que durante siete años la convertiría en la musa de Lagerfeld. El idilio con el creador franco-alemán acabó, sin embargo, abruptamente en 1990 –ambos se enfrentaron agriamente y no se reconciliaron hasta veinte años después–, ocasión que Inès de la Fressange aprovechó para abandonar las pasarelas y aventurarse en el papel de empresaria en el mundo de la moda.

“No hay que tener miedo de los cambios, todo cambia constantemente”, dice ella. Aunque, en ocasiones, los cambios caen como un mazazo. En 1990 todo le sonreía. Ese año se casó con el empresario italiano Luigi d’Urso –con quin tendría a sus dos hijas– y fundó junto a dos socios su propia empresa y su propia marca, “Inès de la Fressange”, de la que en 1991 abrió una gran boutique en la selecta avenida Montaigne de París, la gran arteria de la moda. Todo le sonreía, en efecto, como siempre... Pero, poco a poco, todo se iba a estropear. E incluso a acabar dramáticamente.

A finales de 1999 y después de un cambio de accionistas, Inès de la Fressange fue despedida de su propia empresa, perdiendo a la vez el derecho a utilizar su nombre y su imagen con fines comerciales. Empezó entonces una larga batalla judicial de cinco años que acabaría perdiendo definitivamente en diciembre del 2004 ante el Tribunal de Casación.

Obligada a hacer de ama de casa y a apuntarse en la oficina de empleo, Inès de la Fressange orilló en esa época la depresión. Y cuando empezaba a levantar cabeza, tras ser contratada como asesora y embajadora de la casa de calzados y accesorios Roger Vivier, un infarto acabó brutalmente con la vida de su marido. Era el 23 de marzo del 2006 y el cielo se le cayó encima, dejándola completamente “aniquilada”.

Pero la vida, “hecha de luces y de sombras”, le guardaba sorpresas más felices. En el 2008 encontró un nuevo amor en la persona del presidente de la cadena de radio Europe 1, Dennis Olivennes, de 53 años –¡“El príncipe azul existe, yo tengo uno!”, dice extasiada–. Y hace apenas dos meses, merced a un nuevo cambio accionarial, ha reencontrado su empresa. Y recuperado su nombre.


miércoles, 23 de julio de 2014

Un Borbón en el Elíseo

España y Francia deben trabajar juntos por dar un nuevo impulso al proyecto europeo y colocar como prioridad el crecimiento económico y el empleo. Así lo planteó ayer el rey Felipe VI en su primera visita oficial como monarca a Francia, última etapa de la gira de presentación que tras su coronación le ha llevado al Vaticano, Portugal y Marruecos. Los reyes Felipe y Letizia permanecieron seis horas en la capital francesa, donde fueron recibidos por el presidente de la República, François Hollande; el primer ministro, Manuel Valls –nacido en Barcelona–, y los presidentes de las dos cámaras del Parlamento: Claude Bartolone, de la Asamblea Nacional, y Jean-Pierre Bel, del Senado. El Rey acudió acompañado, en representación del Gobierno, por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.

“España y Francia comparten la responsabilidad de dar un nuevo impulso al proyecto europeo. La prioridad es trabajar por un mayor crecimiento económico y sobre todo por la creación de empleo, en particular para nuestros jóvenes”, afirmó Felipe VI en el breve discurso que pronunció en el brindis previo al almuerzo celebrado en el palacio del Elíseo. El Rey consideró que la UE “es un imperativo geopolítico y económico” común y subrayó la necesidad de “lograr una mayor cohesión económica, social y territorial” en el seno de Europa.

El monarca español destacó en su alocución la estrecha amistad entre Francia y España, y valoró muy especialmente la cooperación en la lucha contra le terrorismo de ETA, esencial –dijo– “para acabar con aquella lacra que vulneraba los derechos más elementales de la persona”. Don Felipe insistió asimismo en la necesidad de “intensificar las conexiones tanto de transportes como energéticas” entre ambos países.

En el almuerzo oficial del Elíseo, previamente al cual Hollande recibió en privado a los reyes durante cerca de cuarenta minutos, participaron un total de 25 comensales. Por parte francesa estaban, entre otros, el jefe del Gobierno, Manuel Valls, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ambos de origen español, además del secretario de Estado de Auntos Europeos, Harlem Désir. “Perdonen por mi acento, no todos somos aquí hispánicos”, bromeó el presidente de la República tras tropezar con los nombres de origen y destino de la nueva línea transfronteriza de muy alta tensión entre Baixàs y Santa Llogaia. Posteriormente señaló a Valls e Hidalgo como “dos eminentes símbolos” de la presencia española en Francia. 

Hollande no pudo acoger mejor la intervención de Don Felipe, pues conforta su discurso sobre las prioridades de la política europea, en las que ayer volvió a insistir: “Millones de jóvenes, en Francia y España, viven la brutalidad del paro (...) Por eso trabajamos para reorientar Europa alrededor del crecimiento, del empleo, de la juventud”, dijo.

Que Francia no está por los procesos de secesión ni la revisión de los fronteras en Europa no es un secreto para nadie. Pero por si a alguien pudiera caberle aún alguna duda, François Hollande aprovechó el brindis para deplorar el auge de los separatismos en Europa y abogar por la unidad. “La crisis ha golpeado duramente a Europa y eso ha creado desconfianza hacia la Unión Europea. Este sentimiento de alejamiento ha alimentado la tentación del repliegue e identidades regionales que quieren ser mañana identidades nacionales”, constató el presidente francés, quien –sin referirse explícitamente ni a Catalunya ni a Escocia– abogó por que “el espíritu de cohesión y solidaridad se imponga a la división y el miedo” en Europa.

El presidente francés invitó a Felipe VI a realizar una visita de Estado a Francia la próxima primavera, coincidiendo con la inauguración de una gran exposición sobre Velázquez en París.


Alfombra roja, según y dónde

François Hollande no puso alfombra roja en el patio del Elíseo por la visita de los reyes Felipe y Letizia, a quienes recibió al pié de la escalinata (pero sin bajar del todo, para que no se notara tanto la diferencia de estatura). Manuel Valls, en cambio, sin ser más alto, sí puso la alfombra y bajó a recibir a los reyes junto a su esposa.






martes, 22 de julio de 2014

La sombra de Gaza sobre París...

La tragedia de Gaza amenaza con envenenar el clima social en Francia. Como sucediera a raíz de la Segunda Intifada, entre los años 2000 y 2005, el conflicto israelo-palestino podría acabar disparando la tensión entre las comunidades judía y musulmana en suelo francés. El domingo, en Sarcelles (periferia norte de París), una ciudad con una importante comunidad judía de origen sefardí, se produjeron fuertes disturbios tras una manifestación pro-palestina no autorizada. Grupos de extremistas quemaron coches, destrozaron mobiliario urbano, asaltaron comercios judíos y trataron de atentar contra dos sinagogas. La policía detuvo a 19 personas. “Lo sucedido en Sarcelles es intolerable (...) es simplemente antisemitismo, racismo”, denunció ayer el primer ministro, Manuel Valls, quien insistió en que el Estado no tolerará la 'importación' del conflicto a Francia.

En Sarcelles, conocida también como 'La pequeña Jerusalén' y de la que fue alcalde Dominique Strauss-Kahn, es donde se han producido hasta ahora los incidentes más violentos. Los vándalos, varios centenares de jóvenes de 'banlieue' presuntamente dirigidos o alentados por islamistas radicales, sembraron la destrucción durante cinco horas –uno de los comercios dañados, un colmado 'kasher' ya había sido objeto der un atentado antisemita en el 2012– y se enfrentaron a las fuerzas antidisturbios. La policía impidió que los alborotadores se acercaran a la sinagoga de la ciudad, interponiéndose entre estos y un grupo de la extremista Liga de Defensa Judía (LDF). La sinagoga de la población vecina de Garges-lès-Gonesse fue atacada con cócteles molotov, que sin embargo no llegaron a prender.

La comunidad judía de Sarcelles quedó muy impactada por lo sucedido. “Semejante desencadenamiento de odio y de violencia no se había visto nunca en Sarcelles –declaró el alcalde, el socialista François Pupponi–; hoy (por ayer) la gente está estupefacta, la comunidad judía tiene miedo”.

El día anterior, en París, otra manifestación pro-palestina asimismo prohibida por orden gubernativa degeneró en fuertes disturbios en el barrio de Barbès, donde grupos de jóvenes –al grito de “¡Muerte a Israel!”– se enfrentaron violentamente con la policía, con lanzamiento de piedras y de gases lacrimógenos. Ese mismo sábado hubo también manifestaciones –en este caso, autorizadas– en ciudades como Lyon, Marsella, Estrasburgo o Lille, sin que hubiera incidentes.

La controvertida decisión del Gobierno de prohibir las manifestaciones de París y Sarcelles –un hecho poco frecuente– fue debida a que ya había habido algunos incidentes cerca de una sinagoga parisina el 13 de julio. Pero a la vista de lo sucedido, no sólo no logró evitar nuevos incidentes, sino que posiblemente los exacerbó. La prohibición fue criticada por algunos políticos, como el ex ministro Bruno le Maire, candidato a presidir la UMP –“Cuestionar el principio constitucional de la libertad de manifestación no me parece una buena idea”, dijo–, o el vicepresidente del FN, Florian Philippot, para quien la prohibición es “la peor solución”. El diario Le Monde censuró al respecto con dureza en su editorial de portada la postura del presidente francés, François Hollande, y de su primer ministro, Manuel Valls, a quienes acusó de “jugar a los bomberos pirómanos”.

El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, defendió la línea de firmeza: “No es la prohibición de las manifestaciones lo que genera violencia, es la violencia lo que genera la prohibición”, afirmó. Horas después, sin embargo, dio un giro a esta política y autorizó una nueva manifestación pro-palestina mañana miércoles en el centro de París.

La discusión sobre el papel del Gobierno frente a las manifestaciones pro-palestinas trasciende, sin embargo, la mera cuestión del orden público y se enmarca en un debate más amplio de carácter político. Una parte de la izquierda francesa, incluidos miembros del Partido Socialista, acusan a Hollande de haber roto con la tradición de equilibrio entre Israel y Palestina, perfectamente encarnada por el ex presidente Jacques Chirac, y decantarse demasiado del lado israelí. Para apoyar esta opinión citan un comunicado oficial del Elíseo al principio de la crisis en el que avalaba el derecho de Israel a defender a la población de los ataques de Hamas, sin cuestionar después la ofensiva terrestre en Gaza.


Llamamiento a la calma de los líderes religiosos

Los máximos representantes de los seis principales cultos religiosos seguidos en Francia –entre ellos, judíos y musulmanes– fueron recibidos ayer por el presidente Hollande en el Elíseo, con el fin de abordar las tensiones intercomunitarias del pasado fin de semana. A la salida de la reunión, el presidente del consistorio judío, Joël Mergui, y el rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubakeur –presidente del Consejo del Culto Musulmán–, hicieron un llamamiento a la calma y a la tolerancia.











jueves, 17 de julio de 2014

El alba de la gran crisis

"Si no se para ya a los islamistas, dentro de un año será tarde"

Entrevista a Michel Kilo, presidente de la Unión de los Demócratas Sirios

Desde hace diez meses, preside la Unión de los Demócratas Sirios, una organización fundada en septiembre del 2013 con el objetivo de reagrupar a las fuerzas democráticas de oposición. Pero sabe que el camino es arduo. El escritor Michel Kilo (Latakia, 1940), cristiano laico y ex marxista, es un hombre tenaz. Lleva desde los años ochenta asumiendo el difícil papel de disidente en Siria –contra Hafez el Asad, primero, contra su hijo Bachar, después–, lo que le ha conducido en varias ocasiones a prisión. Refugiado en París, sigue al pie del cañón. Pero no se hace demasiadas ilusiones sobre el delicado momento que atraviesa la revolución iniciada en marzo del 2011.

- La oposición democrática siria parece más débil que nunca...

- La sociedad civil siria esta completamente desgarrada, La mitad está o bien en el exterior –donde hay más de 5,5 millones de refugiados, algunos en una situación catastrófica–, o bien en una situación muy precaria dentro del país. Para la mayoría de la gente no es el momento de hacer política, sino de sobrevivir. El movimiento democrático ha sido neutralizado por la lucha armada.

- Y superado por los islamistas...

- La revolución del 2011 era una revolución por las libertades. El pueblo sirio reclamaba pacíficamente lo mismo que existe en Europa desde hace siglos: la libertad. Pero la revolución ha siso robada por los islamistas. En el plano militar son los más fuertes.

- ¿Cree posible una salida política al conflicto en este momento?

- El régimen rechazó la solución propuesta por la comunidad internacional en las conversaciones de Ginebra, porque comportaba la marcha de Bachar el Asad, y ha optado por la solución militar. Ahora mismo, no hay solución política posible. No existen condiciones. A causa de la actitud del régimen y de la cobardía de la comunidad internacional.

- Que renunció a intervenir contra El Asad como había hecho contra Gadafi en Libia...

- Yo creo que Estados Unidos decidió, muy rápidamente, dejar que el conflicto durara, con el fin de dar tiempo a la resolución de los problemas de la región. Si los norteamericanos hubieran lanzado un misil, Asad habría comprendido que no tenía otra salida que buscar una solución política, un compromiso. Rusia dejó claro que no quería entrar en ninguna guerra. Si los norteamericanos adoptaran una política seria, no habría ninguna fuerza para oponerse. El presidente Barack Obama dijo una vez que la guerra en Siria no le dejaba dormir. ¡Pues que haga algo y podrá dormir!

- El líder de la principal organización armada islamista, el Estado Islámico en Iraq y el Levante (EIIL), Abu Bakr al-Baghdadi, se ha proclamado califa y pretende erigir un Estado islamista en la región. ¿Tienen la capacidad?

- Ya son un Estado. Y se lo han tomado en serio, muy en serio. Hay informaciones que apuntan a que preparan una movilización general de jóvenes en Iraq y Siria para formar un ejército de varias decenas de miles de soldados, dotado con el armamento y los carros de combate que Estados Unidos dejó en Iraq. Si lo logran, vamos a tener un gran problema. Esto no será Al Qaeda, ni Afganistán. Será mucho más duro. Si los países occidentales no reaccionan rápido, muy rápido, y adoptan una política seria, dentro de un año será demasiado tarde.

- Hay quien cree que, frente a la ofensiva del EIIL, los antiguos enemigos, EE.UU. e Irán, podrían acabar colaborando.

- Es posible... Pero hay también otra posibilidad: que EE.UU. utilice a las organizaciones integristas contra Irán, para implicar a Irán en una guerra que puede durar años. No creo que la gente del EIIL entrara en Siria a espaldas de los norteamericanos, no lo creo. Como no creo que 700 combatientes pudieran ocupar 5.000 kilómetros cuadrados en Iraq en tres días, sin resistencia, frente a un ejército de 85.000 hombres, sin que el primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, estuviera de acuerdo con lo que sucedía. Al Maliki no tiene la fuerza para controlar todo el país, lo que puede llevar a su separación. Eso dejaría el sur de Iraq en manos de los chiís, es decir, de los iraníes.

- ¿La crisis en Siria ha dejado de ser, pues, una crisis siria?


- El conflicto, que en una primera fase enfrentaba al pueblo sirio con el régimen de Asad, se ha convertido en un conflicto entre fuerzas extranjeras, regionales e internacionales. Y no habrá una solución hasta que los grandes problemas con Irán, con Rusia, con Israel, con Estados Unidos, se hayan resuelto. La degradación de la situación en Iraq ha complicado aún más las cosas. Y podría dar lugar a la aparición de nuevos Estados en la región: un Estado alauita (grupo al que pertenece El Asad), un Estado islamista, un Estado kurdo... Estamos quizá ante el principio de la gran crisis, y no al final. Si es así, será una catástrofe que durará decenios.